Aquesta entrada d’Apapatxar és una mica diferent d’altres. No és la primera vegada que fem una entrevista, però sí que és la primera que els nostres convidats (perquè ho fem per partida doble), tenen procedència internacional. Una psicòloga i un metge de la UCI ens han dedicat una estona. A continuació, us els presentem i us compartim el que ens han explicat. Esperem que us agradi.
“Above all, don’t fear difficult moments. The best comes from them”
Rita Levi-Montalcini (neurocientífica).
Presentación
Adriana León Castro (A): Si me preguntas por el pedigree, pues soy psicóloga clínica especialista en trasplantes y cirugías mayores y ahora estoy haciendo algo oficial en Humanización de la Asistencia Sanitaria. Trabajo en el Hospital Calderón Guardia de Costa Rica, en San José.
Pero en realidad prefiero que me presentes como a alguien que ama lo que hace; esa es, creo, una de las claves.
Fabián Andrés Torres Cuellar (F): soy médico especialista en medicina crítica y cuidado intensivo de adultos desde hace 12 años. Soy colombiano y estudié en la Universidad de Buenos Aires (Argentina) y actualmente trabajo como staff de cuidado intensivo en la Clínica las Condes de Santiago de Chile.
¿Qué os llevó a elegir la UCI como unidad de trabajo?
A: La verdad que Dios, porque yo no iba a trabajar en el hospital, iba a trabajar en otro lugar. Pero luego empecé a ver los pacientes de cateterismos, y esos pacientes luego van a cirugía cardiovascular, y después pasan a la unidad de cuidados intensivos. Empecé a hacerles seguimiento en todas las fases y la verdad es que, me enamoré. Y hoy en día soy fan de la UCI. Pero, en realidad creo que fue sí, la vida, la que llevó ahí y me gusta mucho, porque es otro mundo. Vivimos en una burbuja diferente, entre la vida y la muerte, con una línea muy fina, pero donde se hace el máximo esfuerzo para que el paciente salga vivo, y siempre se le ponen todas las ganas, al menos donde yo trabajo.
F: La casualidad. La verdad es que yo empecé mi carrera y al cabo de muy poco tiempo tuve la oportunidad de conocer una unidad de cuidados intensivos en la cual su médico habitual tuvo un problema de salud y fue imposible reemplazarlo. Yo en ese momento estaba justo empezando y era médico del servicio de hospitalización general y me pidieron, como emergencia, mientras no encontraban el sustituto, que yo entrara a acompañar a los intensivistas. En ese momento había un médico general que los acompañaba y por eso acabé conociendo la UCI.
¿Cuáles creéis que son las competencias personales clave en vuestro trabajo?
A: Pues creo que es empatia, ¿no?; ese “entiendo por lo que estás pasando porque yo ya estuve ahí”. Muchas veces a los pacientes les explico que yo ya he estado en ese lado, sentada en esa banca. Te miran diferente, y tú miras diferente. Lo que sentiste aquella vez, que para mí fue una muy mala experiencia, pues marca, y no quieres que los demás se sientan así. Y el amor a lo que hago. Intentar quitar un poco de angustia, dar información para que la persona entienda un poco lo que está pasando en medio de ese tsunami que de repente ocurre. Nunca esperas, aunque sea una cirugía programada, que pase nada malo.
Yo creo que va por ahí. Esas son las claves. Además que tengo experiencia en lo que está pasando; entiendo las cirugías, entiendo estar en una cirugía, entiendo qué es lo que pasa en la unidad… entonces se puede explicar un poco mejor. Y que soy un poco relajada, podríamos decir… Intento que ellos sonrían y que respiren, no sé, creo que va por ahí. No es tanto el conocimiento académico.
F: Precisamente, creo que la principal habilidad que hay que tener es la de aceptar el trabajo como viene, entender que el cuidado intensivo es una área más de la medicina. Naturalizar el cuidado intensivo es clave para poderlo hacer todos los días con el mismo cariño. Creo que a los médicos de intensivos nos vienen muy mal las etiquetas de “sois la última línea de defensa del hospital”; “si no lo arregla el cuidado intensivo no lo arregla nadie”; “ven los pacientes más graves y por lo tanto son los que más estrés sufren”. Yo creo que no, yo creo que precisamente para ser intensivista tienes que tener la habilidad de entender que, a veces, haces una parte de la medicina tan fácil como cualquier otra y a veces tan difícil como cualquier otra; tienes los problemas que puede tener un traumatólogo, un pediatra… lo mismo, es lo mismo. Es un trabajo y por encima de todo hay que querer hacerlo. Y te tiene que llamar. A mi la unidad de cuidados intensivos, por casualidad, entré y me encantó. La verdad es que la conexión fue inmediata: creo que la unidad conecta contigo y tú con ella.
Y ya menos filosóficamente hablando, creo que los requisitos mínimos para hacer cuidados intensivos y que seas feliz, y los pacientes también, son: el conocimiento, obviamente y por encima de todo, ya que al tener pacientes con diferentes patologías, de diferentes especialidades, requiere que tengas un conocimiento amplio de lo que haces (hay que saber un poco de cada especialidad profundamente para poder entender a los pacientes que llegan a la UCI); luego los pacientes también necesitan que sepas interpretar, porque cuidados intensivos suele ser un lugar en el que los algoritmos funcionan hasta cierto punto, ya que todos los pacientes se comportan bien diferente teniendo lo mismo, y no todo el mundo va a recibir el mismo cuidado intensivo teniendo la misma enfermedad; lo otro muy importante que hay que tener es paciencia: si bien hay cosas que requieren que las arreglemos de inmediato y de eso depende que todo siga saliendo bien, con el tiempo creo haber interpretado que los mejores intensivistas toman decisiones despacio, tranquilos, y le dan tiempo a cada decisión que toman y esperan y esperan hasta que las cosas finalmente resultan. Al inicio uno siempre es muy impaciente y se buscan resultados muy inmediatos, y eso no siempre es bueno. También hay que saber trabajar en equipo: son muchas cosas las que hay que controlar en un paciente crítico y nadie las va a poder hacer solo. No estás en un consultorio con el paciente a solas, sino que estás en una unidad llena de aparatos de otros profesionales, de un montón de gente que sincroniza; la unidad es un lugar muy sincrónico y tienes que apoyarte en tu equipo, sino no funciona. Quién no está dispuesto a saber delegar, a confiar en su compañero de trabajo, a valorar su trabajo, difícilmente puede hacer un buen cuidado intensivo.
¿Hay alguna experiencia/caso que os haya marcado en especial (en cuanto a vuestra reacción con él o con respecto a la evolución del paciente)?
A: Pues han habido muchos casos pero una señora hace muchos años, no sé, 16 o por ahí. Le dije “Doña María ¿porqué usted quiere vivir?”, y me dijo “para limpiar el suelo de mi cocina”. Y yo, que además era muy joven, acababa de entrar en el mundo de la UCI, me quedé pensando: “¿cómo alguien quiere vivir para limpiar el suelo de la cocina?” O sea, entendamos, no me gusta limpiar el suelo de mi cocina. Y ese era el objetivo de la señora, limpiar la cocina. Y yo me dije “que lindo que algo tan simple te dé ganas de vivir”. Y la verdad es que por eso siempre pregunto a la gente porqué quieren vivir más. Y ellos contestan todas sus ilusiones, sus verdades, sus expectativas.
Esa señora me enseñó que las cosas simples y muy de uno son las que realmente te hacen vivir. No las cosas complicadas y mucho dinero… sino que cuando uno es feliz con lo que tiene no necesita mucho, no necesita más. Para eso quería ella su vida. Y eso fue una lección de vida.
¿Qué creéis que hace falta mejorar en la UCI? ¿Y en concreto en vuestro país? ¿Os parece que es muy diferente con respecto a España?
A: En la UCI se necesita más sensibilización, más trabajo en equipo, más humanización real, no solo de nosotros a los pacientes sino también de las altas esferas hacia nosotros, de las jefaturas hacia nosotros. Es un trabajo muy pesado, muy duro, que desgasta… y nadie nos pone atención. La verdad es que les importamos bien poco. Y eso es un poco feo. Además, desmotiva. Y bueno, cambiar la mentalidad de las personas, que no todos pensamos que tratar al paciente diferente que a una cama es lo que debe ser. Pero bueno, se hace camino caminando ¿no?, y en eso estamos.
No creo que Costa Rica sea tan diferente de España. Creo que en general todo es lo mismo: hay gente horrible, hay gente más o menos y hay gente genial. Pero sí que es verdad que hay algunas UCI en las que tienes que ver al paciente a través del vidrio y no puedes ni tocarlo ni estar con él y otras, como la mía, que no, que pasas por encima. Lo puedes abrazar y acompañar. Y eso ha sido cuestión de que nos hemos juntado gente que estamos haciendo las cosas diferente y bien y bueno, ahí estamos, luchando. Así que ya ves, en un mismo país hay cosas muy diferentes y es muy dispar el trato.
F: Creo que al cuidado intensivo le falta ampliarse un poco. Creo que la UCI, desde su origen, fue concebida como un último recurso, como el lugar al que va la gente muy grave; después pasamos por una etapa en qué la gente muy grave ya no debía ir porque ya no se beneficiaba porque se iba a morir y se creía que esas personas ya no tenían derecho a estar en cuidados intensivos o que no había mucho que hacer por ellos en la unidad. Después pasamos a entender que independientemente del resultado, los pacientes se beneficiaban de estar con nosotros por muchas cosas, inclusive los pacientes que estaban en sus momentos finales de vida. Y poco a poco hemos ido ganando como especialidad un lugar, pero creo que el resto de especialistas piensan en la UCI solo en el momento del desespero, del que todo sale mal, de qué el paciente está muy grave, etc., y creo que, por ejemplo, algunas cirugías muy grandes, en los pre-operatorios el cuidado intensivo les viene muy bien. Hay un montón de casos en los que llegar tempranamente a una unidad de cuidado intensivo te mejora mucho el pronóstico y el resultado y todavía queda mucha gente que no tiene eso en la cabeza. Integrar al intensivista como parte de un equipo tratante me parece que es un paso que hay que dar. Actualmente lo intentamos con los consultorios post-cuidados intensivos, para que el intensivista no se desprenda de los pacientes y pueda hacer el seguimiento. Pero recién empezamos. Es una fase bien interesante, y el pre y el post son una carencia que todavía tenemos pero que va a ayudar muchísimo en un futuro.
Muchísimas gracias a los dos, especialmente por dedicarnos una parte de vuestro tiempo. Ha sido un placer poder escuchar vuestra opinión.
¡Bienvenidos a nuestra familia!
-Apapatxar-