Aquesta setmana us volem presentar una nova col·laboració. Ella és na Marta León, una noia apassionada de la seva feina i defensora fidel de la capacitat innata del cos per a re-equilibrar-se, quan l’alimentació és adequada.
Na Marta va estudiar enginyeria química, però va continuar la seva formació cap a la Medicina Natural i l’Alimentació, Nutrició i Salut Pública, i que actualment complementa amb el postgrau de Psiconeuroinmunoendocrinologia (PNIE) i Nutrició Ortomolecular. Porta quasi 10 anys acompanyant a dones a cuidar-se i mimar-se a través dels canvis en la seva alimentació i estil de vida. La seva vocació i passió és la salut del cos femení, en totes les fases (fertilitat, embaràs, lactància, menopausa). És divulgadora de salut, amb col·laboracions puntuals a les revistes Medicina Naturista i CuerpoMente, i co-autora del llibre Al Encuentro de la Maternidad de l’editorial Obelisco. A més a més, imparteix tallers grupals, cursos i conferències de forma regular. Si voleu saber una mica més d’ella, entreu a la seva pàgina web: martaleon.com
“Los avances de la medicina y las mejoras en las condiciones de vida nos han servido para conquistar una vida mucho más larga de lo que las generaciones anteriores a nosotros hubieran podido soñar. Actualmente una mujer que concluye la fase fértil de su vida, es decir, que entra en la edad climatérica, tiene al menos un tercio de su vida por delante. Y todas las posibilidades de seguir llevando una vida plena.“
Dra. Manuela Cuevas
Cuando nos adentramos en la menopausia, nuestro cuerpo e incluso nuestra mente cambia. Esta etapa vital, tan poco valorada en nuestra sociedad hoy en día, nos trae cambios hormonales permanentes y profundos, que se manifiestan no sólo a nivel físico, sino también a nivel emocional y social.
La menopausia, como ya se ha comentado en este blog anteriormente, es el cese de la menstruación, debida a la pérdida de la función folicular (los ovarios femeninos dejan de producir óvulos y producen menos estrógenos y progesterona). El climaterio, palabra con la que quizás estamos menos familiarizadas, es la transición entre nuestra etapa reproductora y nuestra etapa no reproductora.
Desde el punto de vista nutricional, los cambios hormonales propios de esta fase de la vida, pueden llevarnos a una mayor apetencia de grasas saturadas y azúcares (chocolates, alimentos crujientes, quesos grasos, embutidos, bollería etc.), lo que tiene consecuencias metabólicas, como el aumento de depósitos de grasa en la zona abdominal. En esta fase, la falta de estrógenos condiciona la acumulación de grasa en el abdomen, en lugar de en las piernas y caderas, como ocurre en la etapa fértil por el efecto de los estrógenos. A esto se une que nuestro organismo es menos eficiente a la hora de quemar las grasas que vienen de la alimentación y tiende a almacenarlas, lo que supone un aumento de peso si no tenemos buenos hábitos alimenticios.
Otro de los efectos comunes del climaterio, es que los niveles de colesterol suben. Nuestro organismo ya no utiliza tanta cantidad de colesterol (materia prima para fabricar estrógenos) y si no cuidamos nuestros hábitos esta tiende a acumularse. La ingesta de alimentos ricos en grasas saturadas y/o hidrogenadas como los mencionados anteriormente, sin ningún control no ayuda a mejorar esta tendencia y puede incluso suponer un gran riesgo para la mujer en lo que enfermedades cardíacas se refiere. Es importante mantener una dieta equilibrada rica en alimentos naturalmente saciantes (proteínas y fibras).
Muchas mujeres, en un intento de controlar su peso o por alteración en los gustos tienden a comer poco y a picar alimentos dulces entre horas que luego compensan cenando poco, para aliviar la culpabilidad. Si a estos cambios hormonales se le unen altibajos emocionales, podemos tener tendencia a elegir alimentos poco saludables y como resultado a aumentar de peso , alterar nuestra salud intestinal y acumular más grasa corporal.
**5 hábitos saludables para cuidarnos en el climaterio
- Disminuir la ingesta de grasas de origen animal. Para prevenir un excesivo aumento de peso y la aparición de niveles de colesterol peligrosos. Mejor consumir ácidos grasos esenciales poliinsaturados (que además tienen efecto antiinflamatorio) como el aceite de oliva virgen extra, pescado azul, frutos secos sin tostar y sin salar, el aguacate o las semillas.
- Tomar alimentos crudos, en ensalada o con hummus, por ejemplo, ya que así favoreceremos la hidratación de
los tejidos desde el interior, aportaremos fibra saludable a nuestro sistema gastrointestinal y más enzimas digestivas propias de los alimentos vivos a nuestra digestión. Una zanahoria antes de comer, por ejemplo, es un saludable gesto.
- Sacar de nuestra vida los alimentos procesados (embutidos, repostería industrial, etc.). Debido a su alta concentración de aditivos de síntesis, histaminas, sal, azúcar y grasas saturadas, no conviene mantenerlos en nuestra dieta habitual. En general este tipo de alimentos suelen crear dependencia y con directamente responsables del sobrepeso que padece la población española.
- Aumentar los alimentos ricos en calcio en mi día a día. Uno de los aspectos que más preocupan de esta fase, es la osteoporosis. La fijación del calcio en los huesos y dientes es estrógeno-dependiente, lo cual quiere decir que durante el climaterio, se verá disminuida. Si nuestra alimentación es deficitaria en calcio y rica en alimentos desmineralizantes como los refrescos azucarados con gas, el café, el exceso de carnes o de productos alta procesados, seguramente nuestra salud ósea se vea disminuida. Además de los lácteos, hay numerosos alimentos ricos en calcio como las verduras de hoja verde oscuro, las legumbres, las semillas y frutos secos sin tostar, especialmente la almendra y el sésamo (este último mejor consumirlo tostado).
- Tomar sol a diario. Una de las funciones de la vitamina D, es la de ayudar al cuerpo a absorber el calcio, pero también es una gran equilibradora hormonal. Aunque seamos un país mediterráneo, cada año las estadísticas nos demuestran que somos también población deficitaria de esta vitamina, al igual que les ocurre a nuestros vecinos del norte de Europa. Esto es debido a que los hábitos de nuestra generación son muy diferentes a los de nuestras antepasadas. Ahora la mayoría de las mujeres trabajamos en espacios cerrados y apenas tomamos el sol fuera del periodo vacacional. Esto, está teniendo consecuencias en nuestros niveles de vitamina D y las implicaciones que ello tiene en nuestra salud. Toma un poco de sol cada día sin protección solar sobre todo en el interior de los brazos (y si es verano, mejor a horas tempranas del día), esta vitamina también puede encontrarse, aunque en menos medida, en lácteos enteros, pescado azul y en algunas setas.
-Marta León-